El
Cantarito
Por:
Elizabeth Alejandra Castillo Martínez/Liaazhny
Estábamos terminando de cursar un diplomado para mejorar
la Educación en México impartido por excelentes profesionales Cubanos, recuerdo
con mucho agrado que fueron muchos los profesores que concluyeron después de
dos años de intenso trabajo.
Con el afán de celebrar ese logro se realizó un sencillo
programa en el cual hicimos un pequeño intercambio de regalos. A mí llegó un
hermoso cántaro y cuando tuve que decir unas palabras, viajé de inmediato hasta
mi niñez y mi hermosa tierra tan grande en creencias culturales y su forma de
ver el mundo.
Cuando tenía como nueve años enfermé, siempre me dolía el
estómago, no dormía bien, estaba irritable y durante el día solo quería dormir,
empecé a adelgazar más y parecía un costal de huesos, casi no comía y mi piel
se tornaba amarillenta. Un día estaba sentada afuera de la casa cuando pasó la
señora Isabel que en paz descanse y le dijo a mi madre, ¿qué tiene tu niña? Y
mi mamá le hizo un breve resumen de mis síntomas y ella con mucha seguridad le
dijo,- ¡Tiene susto!¡Se quedó en algún lugar! Trae a la señora para que la
cure, se puede morir.
Contactó mi mami a la señora curandera inmediatamente y
ella ordenó juntar trece tipos de flores, parafinas, alcohol o mezcal, un plato
hondo con agua y un cantarito. Una vez reunido todo el material se acordó el
inicio del ritual que tendría que ser por tres días consecutivos y muy cerca de
las 12 del día.
El inicio como muchos de ustedes conocen, muy solemne,
con mucho respeto y siempre encomendándose al creador, la señora(mail Leen
Abraham) dio inicio. Justo a las doce del día me llevó a la orilla del pozo que
en aquel tiempo tenía mucha agua y con los rayos del sol se veía hasta el
fondo.
Tomó el Cantarito vacío y golpeando sobre la boca de este
empezó a llamar en Zapoteco, Tib nees, tib nees Betoooo, Tib nees, tib nees
betooo,( en español quiere decir, sigue el camino Beto, sigue el camino, ese
camino lo indicaba el sonido del Cantarito)
mi mamá la interrumpió tocando su hombro y muy quedito le corrigió en
zapoteco- Betty Nan mail Leen, Betty.(Betty comadre Elena, Betty) La ancianita reanudaba el llamado y otra vez…
Tib nees tib nees Betooo y así lo hizo durante tres días justo a medio día.
Ustedes ya han de imaginar, cualquiera ante ese llamado
insistente a medio día y a través del eco del pozo, no se podía resistir a
regresar. Ese fue el resultado de esa curación de susto y de que trajera a mi
alma de regreso a mi cuerpo según nuestra cosmogonía, por eso me llamaba a
través del cántaro y que después de esto realmente mejoró notablemente mi
salud.
Lo anecdótico y la
relación que encontré a este hecho fue muchos años después, cundo conocí a mi
compañero de vida y dije: “Bendito cántaro” a quien llamó la ancianita
suplicante en aquel tiempo, fue a Beto, (así se llama mi esposo) que llegó
desde el norte del país a conocer y a casarse con su Princesa Zapoteca.
Primer lugar en el concurso Cuéntame tu historia de grupo SABIR.
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